Por mi vida y mi cama pasaron muchas personas. Personas que quise
que se queden, personas que no quisieron quedarse, personas que no debí dejar
que entren. Todas son historias dignas de publicar. Algunas son historias de
amor, pero la que voy a relatar hoy es de venganza (y es una de mis anécdotas
favoritas).
Existió en mi vida y mi cama una persona muy especial, no voy a
publicar su nombre por respeto así que solo lo voy a llamar G.
Nos conocimos en un momento de mi vida muy particular: no quería
enamorarme, no quería una relación, solo quería alguien con quien pasar un buen
rato y nada mas. Pero G era diferente a los demás hombres que había conocido
hasta el momento: él no tenía relaciones sexuales con alguien que no sea su
pareja y creía demasiado en el amor. Realmente éramos polos opuestos. Y como
dicen por ahí: “los opuestos se atraen.”
Así que no se bien que día le di mi numero de teléfono. Descarada y
provocativamente le dije que me llamara. Tenia mi dedo en el gatillo, solo me
faltaba disparar y estaría feliz hasta encontrar una nueva presa. No se porque
G me atraía tanto, éramos totalmente diferentes en muchos aspectos, no tenía
una belleza que me quitara el aliento y casi ni lo conocía, pero había algo en
él que me llamaba la atención. Necesitaba tenerlo.
No se bien como fue pero G logro que aceptara ser su novia, me hizo
creer en el amor y en los finales felices. Estaba completamente pelotuda,
enamorada le dice la sociedad. Paso el tiempo y yo estaba cada vez más
enganchada con una persona totalmente diferente a mí, había cambiado lo que
era. Mi vida dio un giro de 180°. Hasta que un día el tiro me salió por la
culata y G me rompió el corazón. Termino la relación de un día al otro, sin
explicaciones. Me dejo revolucionada. Me había hecho creer en el amor para
después arrancarme el corazón y dárselo de comer a los perros. No podía
aceptarlo, algo tenía que hacer para recuperarlo. Seguía llamándolo, mandándole
mensajes. Me transforme en la ex novia acosadora y loca que jure que jamás
seria. Por un amigo en común me entere la verdad: G había terminado la relación
conmigo para volver con su ex novia. ¡No lo podía creer! Tenia que encontrar la
manera de vengarme.
Unas semanas después de habernos separado nos encontramos en un bar
y terminamos en un hotel. Esa situación se dio repetidas veces: G le mentía a
su novia actual (su ex antes de mi) y se encontraba conmigo en un bar para
después terminar en un hotel. Al
principio no me molestaba la situación, era preferible compartirlo a no tenerlo
(¡qué pelotuda era! ¿No?) Pero al cabo de un tiempo ya no me sentía cómoda. Era
su juguete: me tenia cuando quería, hacia conmigo lo que se le antojara y
después me dejaba tirada esperando el próximo llamado.
Una tarde me llamo por teléfono para decirme que me esperaba en el
bar de siempre. Llegue al bar a las 3:30 a.m., lo salude y conversamos como
siempre. Me di cuenta de que estaba un poco ebrio así que le pregunte si me
había esperado mucho y me contesto que hace tres horas estaba sentado en ese
bar. Decidí seguir el ritual: tomar unas copas y terminar en el hotel, pero
esta vez haría algo diferente. Tomamos cervezas, vodka y tequila, en el momento
de irnos al hotel estaba tan ebrio que casi no podía caminar. Llegamos al
hotel, se acostó en la cama y se durmió; así que saque su celular del bolsillo
del pantalón que había tirado en el piso y me fui al baño y lo escondí. Cuando
comprobé que estaba profundamente dormido volví al baño y tome el celular, marque
el número de su novia y le dije: veni a buscar a tu novio a X lugar que ya lo
use y ya no me sirve. Y corte. Antes de irme le deje de regalo mi corpiño, me
pinte los labios y le deje besos marcados en el cuerpo. Era la escena perfecta:
G estaba acostado y agotado desnudo en una cama de hotel con besos marcados en
el cuerpo y el corpiño de alguna mujer en la mano. Volví a poner su celular en
el lugar en el que estaba pero no sin antes borrar la llamada que había hecho.
Tome mis cosas y me fui, baje las escaleras riendo a carcajadas. Cuando estaba
en la esquina vi llegar a su novia enfurecida y envuelta en un mar de lágrimas,
espere que entre en el hotel y apenas cruzo la puerta pare un taxi y me fui. No
se que paso cuando la novia entro en la habitación y encontró esa imagen
hermosa, no lo se porque después de esa noche G no volvió a llamarme para que
sea su juguete.
Vengarme de G no hizo que me sintiera mejor con respecto a mi
persona, pero fue una lección que él debía aprender: YO NO SOY EL JUGUETE DE
NADIE.
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