miércoles, 3 de julio de 2013

Lo que te mata es "La Soledad"

No se bien quien agrego como amigo  a quien (seguramente fui yo, pero me da vergüenza admitirlo), quien dijo el primer “hola” ni en que momento te volviste tan importante para mi. No te había visto cara a cara, no conocía tu voz, tu aroma, no había tocado tu piel pero ya sentía que eras alguien significativo en mi vida.
No recuerdo bien el día ni el motivo por qué te empecé a hablar, al principio eran tímidos “hola” “como estas?” y pocos minutos de charla. Estaba saliendo de una relación agitada y tenia miedo de que me vuelvan a romper el corazón. Día a día los pocos minutos se convertían en horas, las tímidas palabras que podía escribir se transformaban en largas oraciones, nos veíamos a través de la cámara, jugábamos a seducirnos a través de la pantalla. Me dabas un motivo para levantarme de la cama.
Pasó el tiempo y chatear vía facebook ya no era suficiente, así que en una ráfaga de valor te pedí el número de celular. Intercambiamos miles de mensajes de texto hasta que tomamos el coraje y decidimos vernos.
El día pactado era un domingo, el domingo 14 de febrero (¡que día elegimos! ¿No?). A veces soy bastante tímida, así que les pedí a 2 amigas que me acompañen. Habíamos quedado de vernos cerca de tu casa, así que emprendí mi viaje hasta Villa del Parque solo para poder estar con vos un rato. ¡Los pocos minutos que te espere en esa esquina fueron los más largos de mi vida! Cuando te vi llegar sentí que el corazón se me salía del pecho para saltar directo a tu bolsillo y allí quedarse para siempre. Nos saludamos con un beso en la mejilla y hablamos un poco. Pero esa esquina no era el mejor lugar para entablar una conversación así que nos llevaste hasta una plaza. Te pregunte si querías tomar algo y contestaste que una cerveza estaría bien, para matar el calor. Entramos en un supermercado y compramos dos. Al llegar a la plaza me regalaste un alfajor Bon o Bon (me acuerdo como si hubiese sido ayer, y todavía guardo la envoltura) y nos sentamos con mis amigas a hablar de la vida, de los boliches, de la gente de la plaza. A medida que pasaban las horas más me gustaba estar con vos, mas me quería quedar ahí contemplando tus ojos verdes, así que llame al trabajo y di parte de enferma. ¡Desde el primer día que no puedo soltarte! Una de mis amigas tenia la casa vacía ya que sus padres estaban de vacaciones, y en otra ráfaga de coraje y lucidez te invite a cenar ahí. Habíamos pasado toda la tarde juntas, nos habíamos tirado miles de indirectas pero no tuve el valor de besarte en esa plaza. A veces soy bastante tímida.
 Cuando llegamos a la casa de mi amiga decidimos lo que íbamos a cenar (hamburguesas con puré), fuimos a comprar y trajimos mas cervezas. De repente la cena de 4 se convirtió en una mini fiesta de 10. Como hacia mucho calor decidimos darnos un chapuzón en la pileta que estaba en el patio, mientras mis amigas cocinaban. Estábamos solas, bajo la luz de  una luna hermosa, jugando con el agua y sin mediar palabra me besaste. ¡No te imaginas como había esperado ese beso! Habían pasado meses desde que alguien agrego como amigo a alguien (creo que fui yo), desde el primer “hola”, desde la primera vez que prendimos la cámara, desde el día que te pedí el celular, desde el primer mensaje de texto que decía: 3; pasaron miles de charlas, de indirectas, de “tengo ganas de verte”, pasaron tantas cosas para que al fin haya llegado ese momento: ese beso que me hizo olvidar todo lo malo que me había pasado, ese beso que me hizo volar.
No conforme con tenerte toda la tarde y toda la noche para mí, te invite a que te quedes a dormir con esa excusa frecuente de que era demasiado tarde para que te vayas. Y aceptaste. Luego todo se dio naturalmente, era como si mi cuerpo supiera lo que estaba haciendo, como si lo hubiera hecho miles de veces antes. En mis manos todavía queda el recuerdo de tu piel suave como la seda, en mis labios todavía siento la dulzura de tus besos, en mi lengua queda el sabor de tus pechos. Todavía siento el calor de tu cuerpo sobre el mío.

Pasaron 3 años desde ese día, pasaron muchísimas cosas mas entre nosotras, pero cada vez que te veo me siento de la misma manera. Soy bastante tímida cuando se trata de vos. Y mi corazón sigue ahí, en tu bolsillo. 

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