jueves, 26 de marzo de 2015

El vestido.

Dijiste que te gustaba mi vestido, pero que se vería mejor en el piso de la habitación. Me sonroje (como todas las veces que me hiciste un comentario parecido), mire para otro lado e intente cambiar de tema. Te acercaste y trataste de besarme, no me negué (como todas las veces que estuvimos en la misma situación). Nos besamos, dulce y apasionadamente. Nos tocamos, en los lugares exactos como siempre. Me encanta la forma en que se eriza tu piel cuando beso tu cuello, y la forma en que me aprietas los senos cuando estas excitado en mi boca. Me encanta como te moves dulce dentro mío mientras me sostenes del cabello tan tirante que mis gemidos son mitad placer y mitad dolor. Me encanta como la punta de tu lengua húmeda juguetea con mis pezones, mientras mis manos te acarician de la cintura para abajo. Me encanta ese instante en que somos más que amigos, en que somos dos cuerpos que se conocen a la perfección. Y tenías razón (siempre la tenes), el vestido quedaba mejor en el piso.